¿Cómo hablar de la muerte a nuestros hijos?

Ayer en una clase de 2º de ESO percibí el malestar de algunos alumnos que se habían sentido mal porque sus padres no les habían avisado de la inminente muerte de un familiar cercano,  algunos se sentían mal por no haber podido despedirse o por haber vivido ajenos a una situación tan importante para ellos y en la que se les había dejado de lado.
Esta vivencia que tuve con ellos es la que me hace escribir este artículo, en muchos casos nos cuesta como adultos hablar con nuestros hijos de la muerte, pensamos que no van a ser capaces de entenderlo e incluso es probable que nosotros mismos no sepamos ni qué decir por ser un tema tabú en nuestra sociedad. También es común que la tendencia a proteger a los niños y adolescentes nos haga no hablar con ellos de la muerte.
Y la verdad es que la muerte es la mayor certeza que tenemos en la vida y nos resulta muy difícil afrontarla con naturalidad. Nuestra sociedad oculta este hecho, las personas, cada vez más, mueren en hospitales y residencias y en ocasiones solas, o poco rodeadas de su familia.
Los niños necesitan saber qué ocurre con esa persona que ha fallecido y nosotros debemos explicarles, aunque no tengamos respuestas, nuestras creencias ante este hecho, incluso las creencias de otros nos pueden ser útiles para que vea que las personas dan distintas explicaciones y nuestro hijo se sienta confortado en su propia creencia.
Muchas veces los niños se encuentran que no pueden preguntar porque no se atreven, se sienten en una situación diferente, de la que habitualmente no se habla y no encuentran quién dé respuestas a sus preguntas.
Yo creo que a los niños no hay que ocultarles la muerte ni alejarles de todo aquello que la rodea, forma parte de la vida, y tendrán que vivir con ello, aunque la participación que les demos ante una muerte es una decisión muy personal.
Hablarles con naturalidad de lo que ocurre con la persona fallecida y de nuestros propios sentimientos ante lo que ocurre les ayudará a procesar los suyos. Dejarles expresar lo que sienten les ayudará a hacer el duelo más saludable.
A muchos padres les preocupa que sus hijos perciban su dolor y su tristeza y que los vean llorar una muerte, pero si les permitimos a nuestros hijos ser testigos de nuestro dolor les estaremos enseñando que llorar es una reacción natural ante el dolor emocional y la pérdida. Y  puede hacer que los niños se sientan más cómodos cuando expresen sus propios sentimientos. Pero también es importante transmitirles que aunque estemos muy tristes seguiremos siendo capaces de cuidar de la familia y de hacerles sentir seguros.

Educar es una tarea apasionante ¿no crees?


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